¿Y Ahora qué?

Capítulo XXII

¿Y Ahora qué?

Timi, Peter y Pitu, – mucho sería decir que Braulin también, pues este jalaba hierba en un rincón de la loma ajeno a todo otro significado distinto a las suculentas hierbas -, estaban entusiasmados. El verdadero silencio natural de ese lugar de la Isla Brouk y su agradable sonoridad habían vuelto, a la vez que la concordia se abría paso.

El Guardián de la Capital se incorporó hasta quedar sentado con una extraña mirada meditabunda lanzada hacia el interior infinito, y con la cara ensangrentada brillante a la luz del mediodía. Pensaba, en sus adentros, que fue su propio furor lo que le hizo perder la lucha con Pómulo Violeta, aquella maldita rabia por el destrozo de su querida moto. Pero también razonaba que era cierto que la situación que vivía la Capital, con esa asfixiante nube mortal de polvo rosáceo parada permanente sobre la ciudad, era ya insostenible, y también indefendible.

…venimos para solicitarle que nos ayude…

Finalmente se levantó, fue hacia Pómulo Violeta que estaba entre varios camioneros y varios Aás conversando vivamente, y le tendió la mano. Ella la aceptó, lo que elevó una ovación de aprobación entre los grupos que se estaban formando en la campa de la loma de la Plaza Wilson. Aquí atendían a los heridos, allí hablaban apasionadamente en corros, algunos preparaban comidas y otros iban y venían hacia todos formando el conjunto una gran actividad. Entre ellos avanzaron Timi y su grupo para hablar con el Guardián. Este les recibió con un aire de resignación mientras ponía en pie su moto.

– Venimos para solicitarle que nos ayude a abrir el camino del Reino Hok, Señor Guardián de la Capital.

El Guardián, sin dejar de operar sobre la moto, rió amargamente:

-No es el mejor momento. De hecho me considero destituido, ya no soy el Guardián de la Capital. Ahora de nuevo solo soy Heriberto, el hijo de Elisa. No hay mal que por bien no venga. – Miro hacia el horizonte muy afectado y murmuro para sus adentros: ººººAunque ello no implica que hayamos de aceptar ese malºººº

A continuación los chicos le contaron lo sucedido con Winckly, lo que le sulfuró:

– Maldito traidor – gruño.

– Y bueno, pero entonces, ¿ahora qué? – le pregunto Timi.

Y el Guardián de la capital, que por un momento dejó de componer su moto de manillar de asta de ciervo, se puso serio otra vez, lanzó ahora la mirada al horizonte de sucesos inmediatos en todo el trasiego de camioneros y Aás en lo ancho de la loma, esta vez sin angustia, y respondió:

– Supongo que se convocara una reunión. Dudo que las fábricas sigan funcionando. Y no sé qué pasará con el hospital y con el puerto, pero las canteras de Piedra Rosácea sin duda van a cerrar. Todo va a cambiar. ¿Qué va a pasar ahora? En realidad, no lo sé.

Los chicos comenzaban a entender la verdadera transcendencia del momento, pero un olor a barbacoa les desconectó de la onda revolucionaria seria… ¿qué iba a pasar?¿y ahora qué?

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