Timi el Viajero

Capítulo XXI

Segunda Batalla de los Aliens Acelerados.

Timi y sus amigos avanzaban hacia el mercado por una amplia avenida.

Era verdad, cuando Timi viajó desde Brasil hasta la Isla Brouk, que era por lo que Timi debía su fama de chico serio en Puerto Borikaia a partir de su celebridad como precoz navegante solitario, en todo momento habían sido acompañado por un grupo de gaviotas.

ººººMe acompañaron, las gaviotas, el Sol y la nocheºººº. Se dijo a sí mismo en el pensamiento.

Ya entraron en el mercado, docenas de personas iban y venían por los puestos de venta de carne, pescado, dulces, verduras y frutas, pero allí no estaba el Guardián de la Capital.

…las canteras del norte, zumbaban. El Puerto industrial zumbaba. Y las casas del centro zumbaban. Era enloquecedor…

En la Plaza Wilson , que era un punto estratégico entre la ciudad, las fábricas y la carretera, en ese mismo instante, tres Aás empujaban un coche hacia la carretera, y este descendiendo con la inercia de su peso, acelerándose, imparablemente cayó por la loma hasta incrustarse con gran violencia contra la mediana de la carretera , pero aún así un carril de la carretera quedaba libre y los camiones siguieron pasando.

Zumbaba toda la ciudad. Los camiones zumbaban. Las canteras del norte, zumbaban. El Puerto industrial zumbaba. Y las casas del centro zumbaban. Era enloquecedor, y la lucha en la calle era lo más enloquecido de todo. El Guardián de la Capital alzó su escopeta de pelotas de goma, apuntó a un Aá, apretó los dientes y disparó. De inmediato el Aá cayó al suelo fulminado, quedó sangrando e inmerso entre convulsiones. Luego el Guardián aceleró su moto, invadió la loma de los Aás, partiéndoles en dos, y en una hábil maniobra, lanzó su red hacia un grupo de cuatro Aás. Estos no pudieron hacer nada ppara zafarse de ese entrampe.

Incontinente, saltó hacia el grupo en que se encontraban Cara Roja y Pómulo Violeta, a quienes culpaba de los daños en su moto, cuando le rompieron su precioso manillar de asta de ciervo y y le rasgaron el forro en piel de tigre del depósito. De paso, sin dejar de conducir, disparó dos veces, dejando a dos Aás heridos y maltrechos. Por supuesto, frenó atropellando a otro grupo de Aás, saltando a continuación hacia Cara Roja, que intentó huir pero no pudo.

Si lograba neutralizar a Pómulo Violeta, vencería. Pómulo Violeta sabía que iba a por él, así que salió corriendo en dirección opuesta, pero el Guardián de la Capital, tras dar una brutal patada en la espalda a Cara Roja para dejarle rápido fuera de combate, corriendo cerró el paso a Pómulo Violeta. Sacó su porra y fue a por él. El Guardián se anticipó al intento de dribling de Pómulo Violeta, y acorralándolo le dio un primer porrazo en la cabeza. Pómulo Violeta no cayó. El siguiente porrazo se lo dió en las costillas, Pómulo Violeta se dobló de dolor, pero logró alejarse del feroz Guardián de la Capital y, aturdido, barrer su alrededor con un endeble palo, en una maniobra defensiva. El Guardían, no obstante, otra vez se le encaró y esta vez le propino una impresionante lluvia de porrazos.

– ¡Ay, ay!, – se dolía Pómulo Violeta a cada porrazo.
– El Guardián de la Capital se crecía en violencia y ferocidad a ojos vista, y cuando se abalanzó a dar el golpe definitivo con todas sus fuerzas en la cabeza de Pómulo Violeta, lo hizo con tal ferocidad y desmesura que resbaló, perdió pie y cayó hacia adelante, golpeándose en la cara malamente.

Cien personas por lo menos asistían a este combate , entre Aás y curiosos de los talleres.

Pómulo Violeta, aturdido y demacrado, grogui incluso pero no ido, comprendió la situación. A tientas logró coger del suelo una gran piedra, se puso sobre el Guardián, y lleno de rabia fue a romper con ella su cabeza, aplastándola con esa piedra con todas sus fuerzas.

El Guardián de la Capital sin posibilidad de defenderse, tendido en el suelo inerme, miraba a los ojos de Pómulo Violeta. Este lanzó un brutal grito de odio, elevó más la piedra y…

En ese momento Pómulo Violeta tiro la piedra a un lado y se quitó de encima del Guardián.

A renglón seguido, los camiones se pararon, el zumbido de las fábricas cesó. Las canteras terminaron de gritar entre explosiones y crujidos, y la ciudad recobró su sonido natural.

Desde los talleres y el Puerto Industrial empezaron a llegar por todos lados obreros llenos de polvo rosáceo. Los camiones se pararon allí mismo, y los camioneros se acercaban a los Aás y a Pómulo Violeta. El Guardián se incorporó. Un camionero dió un abrazo a Pómulo Violeta, y todos hicieron una ovación de contento para celebrarlo. Los Aás habían vencido pero en realidad todos habían vencido. Timi y su grupo estaban emocionados por lo que acababan de ver. Entonces Pómulo Violeta se quitó su gorro y a todos lados se desbordó una hermosa melena azabache, que quedó brillando hacia los cientos de amigos. Pómulo Violeta era una mujer.

 

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