Capítulo LVIII

Samuel y su Primo.

A la mañana, tras levantar el campamento, partiendo de la Mesa de los Dioses los chicos se internaron en el angosto sendero de los farallones. Se veía no muy lejos la capital yacente como en una estampa de postal.

Vieron entonces salir de las aguas removidas por la marejada una forma oscura, extraña silueta o sombre en el camino. Además de cerrarles el paso se dirigió hacia ellos.

Los chicos en unos pocos segundos se dieron cuenta de que no tenían escapatoria y que toparían con ese ser inexorablemente en cuestión de un minuto.

Era el primo de Samuel, sin duda, pues se aproximaba rugiendo amenazadoramente, con toda ferocidad, como anunciándoles un final fatal ineludible. A Pitu le temblaban las piernas y ahora se arrepentía de no haber creído el testimonio de Peter. Timi puso su mochila en tierra y agarró, vanamente, una piedra puntiaguda, y Bruni hizo lo mismo.

Pero Peter el Peregrino se plantó valientemente ante el monstruo y al llegar este rugiendo primero le espetó:

Otra vez no pasó nada. Rápido Peter el Peregrino sacó una cajita de su bolsillo y la abrió ante el monstruo nerviosamente pero el escarabajo verde plata que contenía la cajita en lugar de quedarse inmóvil ante el primo de Samuel abrió sus alas y salió volando hacia el mar. Debido a esto, el primo de Samuel solo dudó unos segundos y a continuación, satisfecho de ver alejarse a su peligroso enemigo, el escarabajo verde-plata, se enfrentó a los chicos de nuevo con la intención de despanzurrarles allí mismo con sus horribles garras.

Las piedras que le tiraron Timi y Bruni no le hicieron nada, y ya el monstruo se les venía encima con sus repugnantes escamas y su temible dorsal dentada, con pinchos hasta el final de la cola, agitándose formidablemente…

En ese momento se oyó otro horrible rugido. El primo de Samuel miró hacia el lugar de donde procedía el rugido. Era Samuel que se aproximaba retándole rabiosamente.

Ambos monstruos marinos se pusieron a luchar en el angosto sendero de los farallones cerca de la Capital de la Isla Brouk, ante el horror y el espanto de los chicos que cogidos en medio de esa pelea temieron por sus vidas.

El primo de Samuel encajó un brutal coletazo al pecho de Samuel. Este cayó de lado y con agilidad aquel se le echó encima moliéndole a zarpazos y mordiéndole ferozmente en un omoplato. Pero Samuel se revolvió, logró lanzar un coletazo barriendo las patas de su primo y hacerle caer al suelo. Luego se abalanzó contra él y terminó levantándolo del suelo en su cúspide de furia y lanzándolo con gran salvajismo hacia el mar. Lo que el monstruo aprovechó para huir despavorido.

Samuel se giró hacia los chicos, se incorporó sobre sus patas traseras y lanzó un horrísono aullido en señal de victoria. Luego se lanzó al mar.

Abajo, la entrada a la Capital les esperaba inquietante y tensa de algún modo, pero abierta, y de apertura ganada con el corazón audaz.

Y Peter el Peregrino ya bajando hacia la Capital dijo:

<<< Expedición a la Mesa de los Dioses.Ciudad Fantasma.>>>

 

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