Capítulo XII
Tormenta en la Capital Libre
Al entrar en la Capital se advertía un incesante bramido. El soleado ámbito del centro urbano, con sus confusas construcciones superpuestas contrastaba con la nube color rosa que, sobre las canteras de piedras rosáceas, flotaba entre los ruidos. Los camiones iban y venían uno detrás de otro desde las canteras al puerto y vicerversa. Crujidos, rugidos y explosiones a diferentes distancias componían el paisaje sonoro de la ciudad, que sin embargo era rica.
La pandilla pronto adquirió la medicina para el padre de Peter el Peregrino en una tienda de la ciudad y, visto el panorama, rápido quisieron salir de allí. Pero, como la ruta de regreso había de pasar por la linde del Reino Hok, debían buscar ayuda para evitar que otra vez les cortara el paso aquel guerrero cruel. Les dijeron que el Guardián de la Capital patrullaba las calles en una gran motocicleta con manillar en cuernos de ciervo, y que seguramente él les acompañaría sin dificultades.
Comenzó a llover entre las nubes rosas del polvo pétreo de la cantera, y sobre el capuchón de ruidos de la ciudad. Eran gotas gordas, densas, llenas de polvo. El soleado Puerto Industrial se obscureció, las nubes tomaron una velocidad extraña; las gotas eran ya más veloces y frías, y caían, de repente, muy numerosas y fuertes. El mazazo terrible de un trueno tras el chispazo infernal de un rayo les terminó de asustar, toda la pandilla salió corriendo en la mayor confusión, en sálvese quien pueda, hacia un soportal situado en la entrada del ahora brumoso puerto. Resultó que allí había una chica mojada de arriba a abajo, un niña china, pecosa, que les acogió divertida.
…y el mazazo terrible de un trueno tras el chispazo infernal de un rayo les terminó de asustar…
– Hola, me llamo Tzi Lin – saludo acogedora.
Braulin estaba aterido, se había llevado la peor parte de la mojadura, mientras el resto evaluaba cuánto se habían mojado cada uno, lo que parecía divertir a Tzi Lin, que completamente empapada disfrutaba del momento. Es así como ellos se presentaron a Tzi Lin, todos unidos por la lluvia, y aprovecharon para contarles su historia.
– El Guardián de la Capital suele pasar por aquí a estas horas. Su moto está forrada con piel de tigre – Informó Tzi Lin tras escuchar atentamente el relato de los chicos.
Tzi Lin era una niña china que, les contó, tenia un hermano gemelo, Tzei Lin, y a ambos les había sorprendido la tormenta jugando en un parquecito adyacente al Puerto Industrial, con tan mala fortuna que cada uno había tenido que salir huyendo de la tromba de agua en una dirección opuesta.
A Timi le gustó Tzi Lin, pues era graciosa con sus piernitas de alambre, su redondo rostro sonriente y sus coletas negras en hélice de helicóptero. A lo lejos, bordeando unos setos, llegaba su hermano Tzei Lin a reunirse con ella, y pronto accedió al soportal donde el grupo estaba en doble espera, cuando ya empezaban otra vez los roces de un incipiente nuevo choque entre Pitu Kangrejo y su amigo Peter el Peregrino.
– ¿Esperáis al Guardián de la capital? – preguntó Tzei Lin.- Pues precisamente hoy tardará en venir porque hay una incursión de los Aliens Acelerados, los Aás, por el Oeste de la Ciudad.
Nadie sabía de que estaba hablando el hermano de la simpática Tzi Lin.
– Los Aliens Acelerados son mutantes que viven en los Montes del Noroeste, que han declarado la guerra a las canteras y los ruidos y quieren que la Capital Libre desaparezca.
Jamás habían oído semejante cosa, con su medicina en la mano no sabían si frotarse los ojos o abrirse los oídos como las alas de aeroplano para entender lo que Tzei Lin les estaba contando, ¿cuál era su papel en este incomprensible entuerto? Ellos, en definitiva, pensó Timi, no eran más que unos chicos buscando ayuda para llevar la medicina al padre de uno de ellos. Esperarían.
>>>Charla de Paladia con el Señor Hok..
Batalla de los Aliens Acelerados.>>>
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