Timi el Viajero

Capítulo XXXVII

El Tigre de la Noche del Mar.

 

El esplendido beso de despedida de Gorgias y Paladia sellaba su unión cuando Timi, por un lado, con el bichejo y Lin Gon Tan con el pie, por el otro, apartaban el velero de tierra… y a Gorgias de Paladia.

Gorgias sacó luego el pañuelo y lo agitó triste hacia Paladia, y Paladia cayó sentada en la bancada de cubierta hecha un guiñapo por la violencia de la separación, forzada que la necesidad de huir de los wincklynianos. Había sido todo tan rápido. ¿Cuándo volverían a estar juntos?

Timi, diligente, puso proa a mar abierto. Al traspasar el espigón del puerto viró hacia el Sur, pero la marejada dificultó su avance.

Cuando Paladia se recompuso de la despedida preguntó a Timi por la duración del viaje.

El viento viró a Este. Esto les pegaba a la costa de tal manera que Timi se vio en apuros y fue arriando el velamen poniendo a continuación en marcha el motorcito a toda máquina, a barlovento, pues no podía regresar a puerto. Así, pocos minutos después de la maniobra de partida, la marcha se estaba convirtiendo en una trampa.

Paladia se mareó. Afortunadamente el viento viró a Sur, pero a la vez las olas empezaron a arbolarse. Aparecieron también las gaviotas, a ensayarse como proyectiles entre los muros blancos de las olas.

…Timi puso proa al infierno…

Timi puso proa al infierno. Paladia huyó macerada por el mareo hacia el camarote, superada por una sensación para ella nueva. El balance le removía la sangre de la cabeza y el contenido del estómago, obligándole a vomitar y vomitar. Cada ola obligaba al velero a remontar una pendiente en cuesta un poco mayor. El velero entero emitía un quejido al afrontar las olas. Paladia vomitaba. Pero el balancé sobre el que Timi y Paladia eran mecidos y macerados no era más que el despertar del Tigre de la Noche del Mar, en cuyos lomos navegaba el velero.

Timi ya no podía arriesgarse a virar dando un costado a la ola, pues ello pondría al velero en peligro de ser barrido de lado por una gran ola, solo quedaba seguir dando proa a las olas que se avecinaban, remontándolas una tras otra. Así fue anocheciendo.

De pronto las olas comenzaron a ser aún más grandes. Una tanda de un par de horas de estas olas les metió en noche cerrada, y puso a prueba lo marinero del velero. Las gaviotas ya no eran visibles. Paladia abajo ya no vomitaba, y Timi miró hacia proa y comenzó a asustarse. Llegaba una ola mayor, mucho mayor que las anteriores:

…………)))))))))))))…………. ))))))))))))))))))))))))

La descomunal ola superó con sus espumosas columnas de agua la cubierta del velero, sumergiéndolo en esa barrida, pero Timi, atado al timón, logró enderezarlo. Mas tras ello, miró otra vez al frente y está vez tuvo miedo, un miedo animal:

………….)))))))))))))))))))))))) ………….))))))))))))))))))))))))))))))))))))))

Se persignó ante lo que veía que venía entre las sombras como un demonio gigante hacia su velero. Paladia abajo estaba en una situación penosa, entre libros, vasos, y tablas lloviéndole encima desde todos los lados a la vez que era lanzada irresistiblemente de un lado para otro, según se moviera el caso golpeado por las olas. Pero Paladia no sabía que ese Tigre de la Noche en cuestión de segundos golpearía al velero. Timi si.

Timi se aferró al timón y rezando apretó los dientes cuanto pudo para sentir menos el golpe del Tigre al golpear al velero. Cayó la ola, sumergió el velero, este reflotó tras dudar en un prolongado bandeo de recuperación. Timi, empapado de arriba miró otra vez hacia las de proa y vió la siguiente ola:

…. )))))))))))))))))))))))))))) ….))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))) ))))

¿A quién recurrir? ¿Quien podría asistirles en semejante trance? El Tigre de la Noche se les lanzaba encima inexorablemente, a una velocidad vertiginosa. Timi atisbó la estampa de la Virgen del Carmen pegada en el panel del timón, y le rogó con todas sus fuerzas por ellos. Finalmente llegó la ola. Barrió la cubierta sumergiéndola bajo al menos dos metros de agua. En el torbellino Timi casi fue arrancado de su asiento. El velero quedó hincado allí abajo y Timi pensó que iba a morir, luego se hundió aún un poco más, durante varios segundos pareció ir a hundirse todavía más, a precipitarse en caída libre, en realidad, en el abismo final, pero luego, lentamente comenzó a elevarse con la fragilidad de un pajarillo que inicia su primer vuelo, el casco dio un giró entero sobre si mismo y se deslizó hacia arriba, hacia la superficie rápidamente.

La siguiente ola fue menor, y la otra aún menor todavía:

………….)))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))

………….))))))))))))))))))))))))))))))))))))))

………….))))))))))))))))))))))))))))))))

………….)))))))))))))))))))))))))

Se abrió la escotilla del camarote y junto a la luz naranja salió ojerosa Paladia, que preguntó:

…ellos no habían salido a la morada del Tigre de la Noche para jugar, sino obligados, huyendo de los lobos de la persecución…

La escotilla se cerró, Timi quedó solo, al timón, velando. Pensó que quizás volviera ese Tigre de la Noche del Mar.

Ellos no habían salido a la morada del Tigre de la Noche para jugar, sino obligados, huyendo de los lobos de la persecución. Si no existe Dios qué dura es la existencia del ser humano solo en el desamparo del universo, mas si existe Dios y el desamparo en el universo, con su tigre suelto buscando al ser, qué dura es la existencia humana, porque además existe el lobo de la persecución, tanto si Dios existe como si no, tanto si el tigre incomprensible esta suelto como sino. Refugiarse en el velero, último lugar del último rincón, demuestra que no hay refugio. Las olas siguen viniendo, y solo amparar tiene significado y renacer en la devastación del cosmos, solo amparar es lo humano.

Después del paso del Tigre de la Noche, solo queda la noche misma. Y los hombres esperando al amanecer.

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