La Noche Estrellada en el Puerto Borikaia

Timi el Viajero en Las Aventuras en la Isla Brouk

Capítulo II

Timi sentado en un noray del muelle del Puerto Borikaia estiró las piernas, se miró los pies y soñó despierto con lo que haría con la paga que le iba a dar la Cofradía de Pescadores a cambio de limpiar y reciclar los materiales náufragos de la Playa Sur de la Isla Brouk.

Seguramente se compraría una bicicleta muy ligera y de muchos piñones y… de pronto la cara de Peter el Peregrino, redonda como un pan grande, le sacó de su ensueño compuesto de dos ruedas, dos pedales y un manillar montados sobre un armazón de aluminio. Esta vez Peter parecía haber llorado.

– Hola Timi.

– Hola Peter.

– Mañana no podré venir a reciclar y limpiar la Playa Larga.

A Timi no le venía bien la ausencia de Peter pero admitió ese cambio.

Preguntó:

– ¿Vendrá Pitu?

– Si, pero yo no podré venir – Respondió Peter-. Mi padre se ha vuelto a poner enfermo y tengo que ir a la Capital a por una medicina especial para él.

… se quedó mirando la noche estrellada que pendía del universo…

– Si no tienes bicicleta – Repuso Timi – y no hay autobuses desde el Puerto Borikaia a la Capital ¿cómo irás?

Peter el Peregrino se quedó pensativo y Timi aprovechó para exponer lo siguiente:

– Si fueras por el camino interior en lugar de por la costa te ahorrarías de andar 100 kilómetros. Así tardarías dos días menos y podríamos estar limpiando de nuevo los materiales náufragos de la playa esta misma semana, la Cofradía nos pagaría antes y tu padre también podría estar curado antes.

Era una buena idea y Peter asintió. Sin embargo, el camino interior no se solía utilizar porque lindaba con el Reino Hok, y había habido problemas al atravesarlo, debido a antiguas rencillas, pero esta vez debían atreverse a cruzar por allí.

– Si, pero entonces le pediré a Pitu que me acompañe.

Timi no dijo nada. Eso cambiaba las cosas pero era justo. Cuando Peter se marchó, Timi se quedó mirando la noche estrellada que pendía del universo sobre el Puerto Borikaia como un alto cuadro. Y él lo respiraba alegre pero…

-¡Ay!¡La bicicleta!