Capítulo LIII

La Gran Nube Rosácea.

Tras la Batalla del Cercado de Cotomon, la Nube Rosácea, con su polvillo fino y su consistencia densa, comenzó a extenderse a toda la Isla Brouk. Pronto llegó al País de los Aás, y estos se vieron obligados a evacuarlo.

No solo huían los humanos, normalmente el Reino Animal, la Fauna, en cuanto olía el polvillo rosáceo huía del lugar antes que los humanos y esa era la señal de que el lugar quedaba abocado a ser inhabitable.

En la Capital comenzaron a repartirse máscaras antigás, pero aún así mucha gente se iba de allí porque era insoportable llevar siempre máscara, así que hubo varios tumultos y algaradas populares para intentar cerrar las canteras. Pero no lo lograron.

La Gran Nube Rosácea se extendió por los pantanos como el manto de la noche se desliza ante el Sol en retirada, y desde ahí invadió el Reino Hok. Solo un extremo de la costa se salvó de la nube, pero no así el Puerto Borikaia, el cual varios días a la semana se veía encapotado por la Gran Nube Rosácea.

Tristes, tosiendo todo el día las gentes, la depresión se cernió sobre la Isla Brouk, y como la Gran Nube Rosácea impedía el paso de los rayos de Sol, los rebaños y los sembrados también disminuyeron.

Pero la actividad en el Puerto Industrial de la Capital era frenética. Igual ocurría con las Montañas Rosáceas, que estaban siendo aplanadas a toda velocidad por gigantescas máquinas traídas del Continente.

Solo Tóbiga se libró de este destino, el resto de la Isla hubo de convivir con la Gran Nube Rosácea ya permanentemente.

Cof cof cof.

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