Capítulo XVII

Junta en Puerto Borikaia.

Peter el Peregrino quedó atendiendo a su padre. En el rellano de la casa estaban Timi, Pitu Kangrejo y Braulin, que ya se habían reunido con Paladia y Alfonso, el presidente de la Cofradía del Puerto, para deliberar sobre la situación.

El Sol de la mañana les iluminaba a todos y se mezclaba con olas de frescor y aún de frió acogiéndolos en una atmósfera entrañable que ellos, con su rotundidad humana, aseguraban y completaban.

Paladia sacó una moneda de un talento y se la entregó a Alfonso, diciendo:

Paladia no sabía que hacer. Si contaba quien era el caballero anónimo faltaba a su palabra, si callaba podía estar evitando solucionar un conflicto. Decidió esperar. Entretanto, Peter el Peregrino salió de la casa y se unió al grupo.

Timi entonces concluyó:

Todo se había solucionado pero nada se había se había solucionado. Conscientes todos de ello, alegres por haber conseguido asegurar el suministro de su medicina al enfermo, pero inquietos por el problema que se avecinaba, se miraban preocupados mientras se despedían. Entonces un grupo de gaviotas les sobrevoló, se graznaban entre ellas como en pelea, acercándose mucho y peligrosamente al grupo. Después de un choque, a un metro de los pies de Timi, entre las tres gaviotas principales, una de ellas quitó un pez a las otras y salió triunfante volando hacia el mar, siguiéndole el resto de la bandada con el gran chillerio de sus graznidos. Esta aparición de la bandada de las aves marinas se mezcló con la preocupación del grupo de Timi, Alfonso, Pitu, Peter y Paladia, dejándoles un gusto a fatalidad que les sembraba impotencia.

Y mientras miraba el acelerado vuelo de las gaviotas hacia la Mar…

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