João.

Capítulo XLI

João

No era ningún lobo; Era una mano ofreciendo una taza con una bebida humeante dentro.

– Por fin te has despertado. Creía que ibas a morir, pero te has despertado. Tienes un aspecto lamentable.

Timi aceptó la bebida y casi exhanime pregunto:

– ¿Dónde estoy?¿Qué ha sido de Paladia?

– Estas en mi casa. Me llamo João. Te encontré en la playa hace tres días. Desde entonces has estado delirando.

– Naufragamos. ¿Dónde esta paladia?

– No lo sé. En la playa solo estabas tu y los restos de un velero.

Después de tomar el caldo de João y unas frutas, cayó en un sueño reparador.

* * * * * * * * *

Una choza junto a un amplio maizal entre la selva invisible desde la playa y desde los pantanos, constituía el centro del mundo de João.

…mi padre se llamaba João, mi abuelo se llamaba João…

– Mi padre se llamaba João, mi abuelo se llamaba João, mi bisabuelo se llamaba João, yo me llamo João y mi hijo se llamará João. Mi padre huyó de la Capital cuando a empezó a caer la nube de polvo rosáceo. Se ahogaba. Y vino aquí conmigo y con mi madre. Ambos murieron y yo herede el maizal y la casa. Y aquí vivo.

Timi le contó cual era la situación de la Capital y cómo Winckly había conspirado para mantener abiertas las canteras.

– Me da igual. No cuentes conmigo Timi. No pienso hacer nada fuera del maizal.

– No creas que porque estés aquí perdido te libraras de los wincklynianos.

Mientras no vengan por aquí a importunarme no voy a hacer nada. Y si tengo suerte me moriré sin ver jamás a un wincklyniano.

No se le movería ni un centímetro de esta posición así que Timi decidió desear a João que nunca conociera a Winclky y sus bellacos.

La amplia sonrisa de João, como un Sol triunfante sobre su rostro negro, comunicaba una rara energía y una gran confianza a Timi.

Poco a poco, Timi El Viajero pudo volver a caminar, y un día, cuando ensayaba el caminar entre los pasos del maizal, llegó João corriendo y gritando:

– ¡Vienen a buscarte Timi!

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