Capítulo L
Graves Acontecimientos.
Un rumor nervioso imperaba en la gente allí reunida. Alfonso, el presidente de la Cofradía, hablaba con unos y con otros y a medida que el local de la Cofradía se iba llenando, con sus relojes, aperos, motores y barcazas echados a un lado para hacer sitio, y, sobre todo, con su olor a pescado, aumentaba la calma.
Se veían allí a Pómulo Violeta y Carraroja junto con varios Aás. Estaban en la lonja prácticamente todos los habitantes adultos de Borikaia, entre pescadores, campesinos y artesanos, además de varios pastores del Reino Hok y del mismo Señor Hok. Del grupo de Tóbiga nadie había, y tan solo se contaba una persona de la Capital, aunque de peso por su trayectoria; Heriberto.
Al hablar el señor Hok con su atractiva elocuencia se hizo el silencio:
– Amigos, ayer a la mañana fue avistada una brigada de wincklynianos al Norte de nuestro Reino, en el lugar donde confluyen la línea de acceso desde el País de los Aás a la Capital, con el camino a este Puerto y el final de los pantanos.
– ¡No!
– ¡Es indignante!
Prosiguió su discurso Hok hablando elegantemente y con todo propiedad, en un tono nunca más razonable:
– Al ir a preguntarles por el motivo de su establecimiento en ese lugar fuimos recibidos con una lluvia de palos, y fue capturado uno de nuestros pastores.
A medida que hablaba el Señor Hok se estaba formando una Nube Negra sobre las cabezas de los reunidos.
– Han cortado el paso y están empezando a hacer obras. Esto es, amigos mios, lo que están buscando los wincklynianos es cerrar todo paso a la Capital, acorralar al País de los Aás y quedar en tal posición que puedan, a la vez, atacar al País de los Aás, a nuestro Reino y al Puerto Borikaia.
– ¡Malvados!
El abigarrado tumulto de personas vibraba de indignación ante esas noticias tan negativas, pero a la vez lo escuchaba con la mayor atención y disciplina. Hubo varias intervenciones que deliberaron sobre el asunto, hasta que llegó el punto cumbre de la Junta, cuando Pómulo Violeta tomó la palabra.
– Hemos sido engañados.- Reconoció dramáticamente, no sin razón, Pómulo Violeta, nada más comenzar su intervención – Mirar mi rostro…
Todos miraron el rostro de Pómulo Violeta, deforme, monstruoso incluso, el cual su melena azabache tapaba parcialmente, pero en eso momento retiro a un lado sus cabellos con las manos para mostrar mejor su espantoso pómulo a los reunidos.
– Mi rostro está siempre tumefacto, y vivo con esta inflamación terrible para la cual no hemos encontrado ninguna cura, y que cualquier día podría matarme si comenzara a crecer. La inflamación terrible de mi pómulo esta provocada por la exposición prolongada, cuando era niña, a la Nube Rosácea de polvo que sale de las canteras que explota la Capital. Desde que derribamos al viejo Consistorio de la Capital, tras huir sus jefes de la ciudad, la Asamblea de la Capital dijo ir a frenar la explotación salvaje de las canteras de las Montañas Rosáceas. Pero en su lugar pusieron un Plan de Progreso, y la Nube Rosácea no solo no ha empezado a reducirse sino que, además, está haciéndose más grande y densa y ya está esparciéndose hacia todas partes.
La audiencia escuchaba estas declaraciones con la mayor atención y de vez en cuando salía alguna exclamación de apasionado rechazo de entre el público:
– ¡Es verdad!
– ¡Cómo puede ser!
– En el País de las Aás estamos las personas que somos víctimas de esa Nube Rosácea. Hay quienes han perdido la visión de sus ojos, otros tienen los riñones destruidos, o los pulmones machacados. Niños, si, niños, hay sin brazos, jóvenes con tres orejas y personas con cosas peores.
– Ohhhh.
– Como los vientos dominantes – Prosiguió Pómulo Violeta – son del Oeste, los afectados por este tóxico mortal somo todos los habitantes del Noroeste, incluyendo los orinarios de allí, los expulsados de la parte de las Montañas Rosáceas donde pusieron las canteras, y quienes estando afectados por el polvillo rosa huyeron de la Capital, todos los cuales vivimos hoy en el País de los Aás. Pero ocurre que, como la Nube Rosácea no para de aumentar, ahora su ponzoña afectara a toda la Isla Brouk.
El estremecedor relato de Pómulo Violeta sobre los efectos de la Nube Rosácea consternó a los variopintos oyentes e incremento, a su vez, la Nube Negra que había prendido sobre sus cabezas, llevando el clima de irritación popular a su colofón. Pero el nivel de pasión política fue superado por la declaración final del Señor Hok, que brillaba sobre la tarima de oradores poderoso y fuerte con su armadura gallardamente puesta, en el podio de la lonja, arengando así a los reunidos:
– Hemos de formar un grupo de nuestros mejores luchadores para asaltar el Puesto de los wincklynianos, a continuación exigir a Winckly y a sus aliados que cierren las canteras para que deje de crecer la Nube Rosácea, y para que comience a desaparecer. Y si no lo hacen hemos de atacar la capital.
– ¡Si!
– ¡Si!
– ¡Claro!
– ¡Así se habla!
Los pastores, los Aás, campesinos, los artesanos, los pescadores, Pómulo Violeta, Cararroja, Alfonso y Heriberto, entusiasmados por ver el final de esa pesadilla que constituía la Nube Rosácea, aplaudieron a la vez fundiéndose en una única voluntad de acción. Graves acontecimientos se avecinaban.
<<<Excursión Nocturna.El Monstruo Marino.>>>
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