Capítulo LV

El Rescate.

Ya el Sol se ocultaba tras la alturas del oeste cuando Paladia, Heriberto y Timi montaron en la moto fantástica convertida en avioneta y despegaron de la playa hacia el lugar de Cotomón, donde los wincklynianos habían puesto su cercado y mantenían prisioneros a Pómulo Violeta, Alfonso y el resto de sus amigos.

Habían trazado un minucioso plan durante varios días y de su cumplimiento al detalle dependía el éxito de la operación.

Cruzaron volando bajo los pantanos, entre las brumas mezcladas de la Nube Rosácea y de la humedad tropical de las ciénagas. Y pronto se encaminaron hacia el Norte para aterrizar a la espalda de los wincklynianos, por donde aquellos no esperaban ser atacados.

Aterrizaron suavemente en una loma llana y deplegándose en forma de arco fueron bordeando el bosque hasta que llegaron ante el campamento wincklyniano. Allí se reunieron otra vez para deliberar sobre como iba la aplicación del plan: Iba viento en popa.

Precisamente el barracón de los prisioneros se encontraba en la retaguardia del campamento, en el lado opuesto al cercado que cerraba el camino a Borikaia y amenazaba al País de los Aás y el Reino Hok.

En ese momento la nube rosácea les envolvió. Era asquerosa. Heriberto estuvo a punto de ponerse a toser, lo que hubiera alertado a los wincklynianos. Por suerte, aunque también por planificación, Timi le puso en la cara la máscara antigás que habían traído y eso le cortó el acceso de tos.

Paladia sacó una palanca al llegar a la trasera del vallado y la aplicó a las tablas. Cedieron. Despejó así un acceso al interior del campamento wincklyniano y por allí se introdujeron los tres. Ya dentro, cuchicheando determinaron que Paladia debía sacar de combate a un wincklyniano que custodiaba el barracón y Timi vigilar el pasillo de acceso a ese área por el lado opuesto, para no ser sorprendidos por alguna ronda de los winclynianos. Heriberto quedó encargado de liberar a los prisioneros. Y así obraron.

Paladia se apostó en la esquina. Al de un rato llegó el wincklyniano y Paladia le golpeó en la cabeza dejándole sin sentido y poniéndole luego a un lado para que no se le viera. Había que darse prisa.

Por su parte, tras ver esto, ante la trasera del barracón Heriberto buscó un punto en que aplicar la palanca para hacer saltar las tablas y abrir un punto de salida para los prisioneros. Encontró el punto y, procurando hacer el menor ruido posible, zaka, logró quitar dos tablas, e inmediatamente saltó hacia adentro del barracón. Dormían.

Heriberto fue despertándolos y pidiéndoles silencio. Pronto salían en hilera por el acceso abierto y, ya fuera del barracón, Timi les enviaba hacia el punto de salida abierto en el vallado exterior. Así, en menos de media hora de mucha tensión, salieron del barracón todos los prisioneros. Los últimos en salir fueron Heriberto, Paladia y Timi, sigilosos y acelerando a medida que se alejaban de Cotomón.

Por el camino saludaron a Pómulo Violeta y a Alfonso, indicándoles que estarían en Tóbiga. Y así, cuando ya se oían movimientos excitados desde el campamento de los wincklynianos y se daban allí las primeras alertas, el trio liberador y los ochenta liberados ya estaban fuera de su alcance.

Unos minutos después, Paladia, Heriberto y Timi despegaban en la moto fantástica rumbo a Tóbiga.

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