Capítulo XLVII
El Reino Hok, en la Mira.
– Toc, toc.
Winckly se apresuró a soltar a Mufi y dijo:
– Adelante.
Rodas entró con un plano y lo extendió sobre la mesa.
– Cof, cof. Señor Director, aquí le traigo los documentos que solicitó ayer.
Winckly quedó absortó mirando el enorme plano de la Isla que había traido Winckly.
– Mira Rodas, – Ordeno Winckly, e inmediatamente señaló hacia la parte del mapa que representaba las Montañas Rosáceas.
– Si queremos aumentar el progreso de las Montañas Rosáceas tenemos que controlar este área.
El rostro de rata cansada del joven Rodas se inclinó hacia el mapa.
– ¿No sería mejor poner un puerto en alguna cala de la Costa Norte?
– No. Mira este punto. – Señaló hacia el Norte del Reino Hok. – Si logramos establecernos aquí dominaremos toda la Isla Brouk sin problemas.
Rodas estudiaba el sentido de las indicaciones de Winckly sobre el plano y sus repercusiones reales hasta quedar fascinado.
– Moveremos una brigada de nuestros guardias de seguridad hacia allí y… ¡eso nos garantizara el poder extender el Plan de Progreso de la Capital a toda la Isla Brouk! – Gritó con triunfal entusiasmo Winckly.
– ¡Es usted un genio, Señor Winckly!
Orgulloso Winckly se entregó silencioso al halago de Rodas, mientras Rodas, por su parte, le miraba admirado cuando detallaba el por qué de la genialidad del plan. Simultáneamente, abajo, tirado en abandono de arlequín sobre el puf del salón, Mufi miraba a los dos rufianes, como siempre, ingenuo y sorprendido.
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