Timi el Viajero

Capítulo XXIX

El Peine de Oro.

 

Habían llegado a casa el día anterior en pintoresca pandilla. Copete, Braulin, Peter el Peregrino y Pitu Kangrejo. Copete se quedó en la casa de Peter el Peregrino y de su padre Armand. A la mañana siguiente, Alfonso, el presidente de la Cofradía, fue a visitarles.

A primera hora, Peter el Peregrino y Paladia habían preparado la mesa del jardín y dispuesto sobre un opíparo desayuno para aprovechar la ocasión con un almuerzo estupendo, mientras un grupillo de pajarillos revoloteaba o bailaba alrededor de la mesa, por la parte en se hallaban las tostadas de color dorado cuyo aroma magnetizaba a Copete.

Sentados alrededor de la mesa, Peter y Pitu contaron las aventuras vividas durante el viaje a la capital.

. Pero entonces no se sabe quién manda en la capital.

Si la Capital queda cerrada y en manos de no se sabe quién, – Razonaba Alfonso en voz alta – pueden decidir atacar Puerto Borikaia para hacer lo mismo aquí.

Alfonso completó esta línea liderada por paladia apostillando que:

…se la devoró de un bocado pero con las prisas varias migas cayeron junto a la mesa, lo que aprovecharon los pajarillos…

Copete ya desde hace un rato estaba luchando por aunque solo fuera una única tostada o incluso un simple pedazo de tostada, su perseverancia logró abrir una fisura en el muro de la indiferencia de los comensales, en la persona de Pitu Kangrejo, que le proporcionó la mitad de su tostada. Inmediatamente se la devoró de un bocado pero con las prisas varias migas cayeron junto a la mesa, lo que aprovecharon los pajarillos para estallar en un colorido revuelo de captura y disputa de esas migas.

El muchacho extendió oferente una mano con el Peine de Oro que diera Catalin a Timi dispuesto sobre su palma. Y es que en un lance de sus trepidantes aventuras se le había caído a Timi pero Pitu lo había recogido del suelo sin acordarse después devolvérselo.

Paladia miro el brillo difuso un tanto extraño del objeto, lo examino por todos los lados quedando maravillada de los sorprendentes destellos que al moverlo se desprendían de él.

Luego movió el Peine de Oro para sacar un destello y al brotar, esta vez, un puñado de destellos rutilantes, estos se combinaron con un estallido de otro colorido revuelo de los pajarillos, atrevidos ahora por una migas sueltas en un extremo
de la mesa.

Txin Pum.

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