Capítulo XLIV
El Muellito y la Casa Azul.
Abajo las dunas corrían entre bancales de plantas, generando permanentemente un laberinto de nuevos senderos. Arriba un viejo camino abandonado de la antigua Tóbiga, pérdido en el atardecer y en la selva, serpenteaba hacia el interior de la fronda. Y en el centro una docena de casas semiderruidas esperaban su arreglo o su completo derrumbe. En ese ámbito, en el extremo de la hilera de viejas casonas que conformaba Tóbiga, se pusieron a vivir Bruni la Piloto y Pitu Kangrejo, y justo en la otra punta, más hacia el camino a los farallones, el resto de la pandilla tomó posesión de una casa que alguna vez fue azul.
El maizal fue creciendo y la casa fue siendo recoloreada azul por los chicos. A ratos, el camino abandonado que iba hasta el Puerto Borikaia fue paulatinamente siendo despejado por lo chicos, apareciendo en él un carruaje que Catalin se puso a restaurar. Por su parte, Copete correteaba por el pueblo a toda hora y Braulin parecía el filósofo Diógenes pasando los días sentado en su barril.
Paladia todos los días se quedaba mirando el camino entre suspiros, a la espera de que apareciera Gorgias caminando por la playa, en su busca, mientras preparaba la buhardilla de la casa azul como su aposento en Tobiga, sin renunciar a su casa de Borikaia. El resto de la pandilla unas veces preparaba la casa y otras colaboraba echando piedras a los escollos para hacer un pequeño muellito en el que amarrar las futuras embarcaciones de Tóbiga, o se dedicaba a limpiar el camino que se creía llegó antiguamente hasta Borikaia. En esos trasiegos, Joao no había día que no fuera a echar piedras al muellito. Incluso Barbablanca subía a Tóbiga desde su cueva en Punta Recife para ayudar en la cimentación del muellito y colaborar a la acomodación de los jóvenes.
Meses después el montón de piedras echadas al arrecife terminó por parecer un muellito de verdad, y de tanto ir y venir terminó también por surgir un verdadero camino desde las casonas de Tóbiga a su muellito, pero lo mejor de todo fue que Joao, Paladia, Barba Blanca y Timi se pusieron a colaborar en la construcción de un barquito para poder pescar mar adentro. Y claro, hasta llegó el día en que el muellito fue inaugurado y en que se hizo el primer día de pesca.
Así, con el muellito terminado y los dos botes amarrados, con la Casa Azul cuyas ventanas en los anocheceres aparecían como grandes ojos naranjas chorreando luz con la iluminación de las habitaciones, y con el paisaje humano tan bello como su entorno, Tobiga fue constituyéndose en un nuevo y modesto eje desarrollo, perdido en las soledades de la Isla Brouk. Y ese eje de desarrollo, tenía un contrapunto muy especial, el sonido de una cazuela que todos los días volaba a chocar contra el suelo, en la casona elegida por Pitu Kangrejo y Bruni la Piloto,
La Casa Azul terminó por convertirse en el centro de la vida de Tóbiga. El pueblito tenía ya nueve habitantes, contando a Braulin, quien rápido se aclimató al sitio, hasta que un día una silueta apareció avanzando sobre la arena.
<<<Tóbiga, el Pueblo de las Casas de Maderas Preciosas.Heriberto>>>
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