Timi el Viajero en Las Aventuras en la Isla Brouk
Capítulo XIV
Ayuda del Guardián de la Capital
Una hora después el Guardián de la Capital cruzaba la carretera del portalón del Puerto Industrial y vio como con grandes gestos el grupo refugiado de la lluvia bajo el soportal le llamaba agitando los brazos y reclamando su atención a voces. La lluvia continuaba. Aunque había remitido el enérgico chaparrón aún caía una fina cortina de chispas multicolores, resultado de la mezcla del sirimiri con la nube rosácea y un Sol en segundo plano cuyos rayos llegaban entre claros imprecisos a la Capital, que tomaba así un aspecto todavía más irreal.
El Guardián de la Capital frenó y reconcentrado se bajó de la moto, que tenía medio manillar roto y el forrado en piel de tigre rasgado dejando ver la lata deslazada del viejo depósito de combustible. El cuadro de deterioro culminaba con el barro y el polvo rosáceo pegados por todos sus recovecos. La otrora espectacular moto tenía ahora un aspecto lamentable, que coincidía con el estado de ánimo del Guardían de la Capital.
– Qué se os ofrece – rezongó cansado y fosco.
– Venimos desde el Puerto Borikaia costeando por los farallones de la Costa Este. Hemos tenido un problema grave para poder acceder a la capital desde el camino que bordea el Reino Hok.
A continuación los jóvenes relataron el problema vivido con el Señor Hok y le pidieron que les acompañara en el camino de regreso.
– Aunque no me corresponde a mi, os acompañaría, pero esta vez no puedo – dijo mirando al suelo con aire preocupado. Luego elevó la mirada y la fijó en ellos, mirándoles con total franqueza – El lunes se espera un gran ataque de los Aliens Acelerados contra la Capital y tengo que preparar la defensa, si no lo hago la Capital podría quedar incomunicada, lo que impediría que pudierais adquirir vuestra medicina en un futuro, ¡COF, COF, COF! – Tosió.
…acababa de tomar un aspecto sombrío e inquietante después de quedar oculto el Sol…
De pronto, tosiendo, cansado, desanimado y polvoriento, por un momento les pareció a todos un pobre hombre en lugar del poderoso Guardían de la Capital.
– Esta vez no puede ser, chicos.
Los camiones de piedras rosáceas, cargados y descargados, seguían pasando incansables ante ellos en ambas direcciones. Y al zumbido de la Capital, los grandes ruidos metálicos del Puerto Industrial y las explosiones que cada cinco minutos se oían salidas de la cantera, las completaba la lluvia multicolor entremezclada con la nube rosácea que se infiltraba en todo el ámbito urbano de la Capital, incluidos los pulmones de los habitantes de la ciudad, que acababa de tomar un aspecto sombrío e inquietante después de quedar oculto el Sol tras un enorme nubarrón oscuro que se posaba en altura sobre todo el Noreste de la Isla Brouk.
La atmósfera era de paranoia y, mojados y empezando a estar ateridos, todos tuvieron ganas de irse rápido de allí. Braulín como loco se adelantó unos metros y ya en la carretera levantó el cuello como desesperado, y rebuznó con todas sus fuerzas como una protesta impotente y acusadora que todos comprendieron.
Desde dentro de su uniforme gris mojado, menguado por el desánimo, el Guardián de la Capital tenía un aspecto de inútil fosco. El había nacido en las Montañas Rosáceas y había visto crecer la ciudad y el Puerto Industrial día a día durante toda su vida, no quería reconocer a dónde habían finalmente llevado a su Tierra Natal el rumbo de los acontecimientos de la feroz industrialización sin escrupulos, pero ya cada vez era menos posible eludir el hecho de que algo se había torcido.
– De todos modos, tengo una idea. Podríamos acudir a Winckly, el os ayudará a viajar hacia el Puerto Borikaia sin pasar por el camino que bordea el Reino Hok, pues conoce los atajos de los pantanos perfectamente…
Créditos: Herramientas de apoyo Google. Documentaciones: Wikipedia. Fotografía:
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0.
Puedes hacer donaciones al servidor de Timielviajero.space por medio de donate de paypal.