Capítulo LXV
Más Maíz
Los días en Tobiga ya parecían ser para siempre de otoño. Timi se recluía en si mismo, enfadado con casi todos por aceptar que la ciudad acogiera a los wincklynianos. Y su vida discurría en al rutina de los días. Pescaba dos días a la semana en mar abierta, ayudaba a las labores de asentamiento que aún quedaban de hacer y participaba en el cultivo del maíz, en los terrenos que habian arrebatado a los pantanos adyacentes a las tierras de João.
Una mañana, bajando al Muellito, Timi vio a Winckly y a João charlando vivamente, lo que le desgarró en extremo, y aunque no podía escucharles se imaginaba qué se estaban diciendo.
– ¿Cuánto maíz produces João?
João quedó mirando a su maizal, allá a lo lejos.
– He llegado a producir cinco toneladas, por eso tengo animales. Luego también planto verduras.
– ¿Y cuánto maíz crees que se podría obtener desecando los pantanos? – Volvió a preguntar Winckly-.
Desde el Muellito, perdido en el tiempo, en el infinito de la incomunicación, enrarecido por la bruma de la distancia, pero sabiendo lo que ocurría, Timi les observaba: Ahora João estaba hablando alegremente, gesticulaba, se ayudaba con las manos para dar forma a las palabras y señalaba al maizal. Y Winckly, inclinando la cabeza, escuchaba como bebiendo afanosamente en un manantial de información.
– No menos de 5000 toneladas. Pero se podría combinar con granjas de animales y otros frutos. ¿A que no sabes a que me refiero?
– No.
– A cocoteros. En toda la línea de la costa se dan las condiciones más óptimas para plantar cocoteros.
– ¿Ah si?
– Si. Imagínate, Winckly, cuánta riqueza.
A Winckly se le estaban poniendo los ojos del tamaño de cebollas por lo que veía internamente a partir de las jugosas informaciones de João. Rápido comprendió la importancia de João, y le echó su brazo por el encima de los hombros en señal de gran amistad.
… Desde el Muellito, perdido en el tiempo, en el infinito de la incomuni- cación, …
– João, escúchame. Nuestra Isla, y no solo Tobiga, necesita personas como tu. Con toda tu humildad has logrado alimentar a tantas personas desesperadas que todos te estamos agradecidos. Pero además de ser la luz que nos ha ayudado a salir del laberinto de la oscuridad cuando el cese de la demanda del continente cerró nuestras canteras, tu podrías ayudarnos a reconstruir la prosperidad de los broukenses.
Desde lejos, testigo impotente, apartando los jirones de viento ante sus ojos para otear la escena, Timi miraba deseando que João le viera en sentimiento y ser, y que ello le ayudara a no caer en las garras de Winckly.
João miró hacia Timi, y se dio cuenta de que comprometerse con Winckly le alejaría de Timi. Reconocía que Timi era bueno, y eso le ensombreció. Se sintió mal hacia Timi, pero ello, defesnivamente, le originó un rechazo hacia Timi, pues, finalmente, ¿qué le debía él a Timi cuando era precisamente Timi quien le debía a él su salvación, tras su naufragio, en el que le encontró moribundo en la arena? Así João hizo fuerza interna para desconectar de la figura de Timi y de su luz en su mente. Y así pudo volver a conectar con el discurso lleno de magia y fresca esperanza que Winckly le estaba haciendo.
Timi, a lo lejos, entendió lo que estaba ocurriendo cuando vio a João bajar su mirada al suelo, y así ponerse a caminar bao el brazo y guía de Winckly.
Braulin jugaba con el carramarro, el carramarro levantó sus pinzas hacia Braulin, y Timi dijo a Braulin:
– No le hagas daño, Braulin.
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