Capítulo XXXIII
El Amigo de Paladia.
Paladia fue descendiendo cuidadosamente por una ladera de la falda Norte del Monte Wilson adyacente al Puerto, justo donde acababa la larga hilera de los farallones de la Costa Noroeste. No sin dificultades logró hacer pie en una explanada del Puerto, y, disimulando como si no procediera de la montaña, orientó sus pasos hacia la salida a la Capital. En eso, un hombre, visiblemente un marinero, le interpeló:
– Hola guapa… ¿buscas algo? ¿se te puede ayudar?
Paladia le miro de arriba a abajo y respondió:
– Si.
Era evidente que el marinero le había gustado.
– Aquí trabajó mi padre durante muchos años, – Mintió Paladia. – y hoy que es su aniversario estoy dando una vuelta una vuelta para rememorarle. Él solía estar mucho en la Taberna del Puerto…
-Puedo acompañarte, si quieres, a ir allí.
Ella le invitó con su sonrisa y así el marinero acompañó a Paladia a la Taberna del Puerto, donde le invitó a comer. Charlaron entrambos de todo y de nada muy agradablemente, y, tras los cafés, al salir de la Taberna, Gorgias, que así se llamaba el marinero, propuso a Paladia ir a la oficina de su compañía, donde tenía unos planos del antiguo Puerto, y también una botella de champán que podían abrir para la ocasión. Paladia aceptó la propuesta.
…al parecer hubo una asamblea y a ese chico tuyo se le vio en ella…
Paladia y Gorgias estuvieron el resto de la tarde y toda la noche amándose. Y a la mañana siguiente, Paladia reveló a Gorgias el verdadero motivo de su estancia en el Puerto. Gorgias le ofreció su ayuda y salió pronto a recabar información por la ciudad y el puerto, dejando a Paladia en buen refugio hasta su regreso.
Tres horas después Gorgias estaba de vuelta y refirió el siguiente informe a Paladia:
– Mira Paladia, al parecer hubo una asamblea y a ese chico tuyo se le vio en ella. Después no se le ha vuelto a ver más, pero he ido al velero, y, en efecto, allí no hay nadie. También he indagado en la Taberna y allí me han contado que ha sido nombrado por la Asamblea un Director del Plan de Progreso, un tal Winckly, quien tiene un almacén en un viejo pabellón de este puerto, en el que se dice que ha habido movimientos extraños. Pues bien, me he acercado por allí haciendo como si fuera un pescador examinando las corrientes y los fondos, y estoy seguro de que al muchacho lo tienen encerrado allí.
Esto lo contó mientras ponía sobre la mesa una opípara comida que había traido para ella. Paladia le miró orgullosa mientras seleccionada una manzana roja y la mordía pensativa.
Comieron preocupados por lo que le pudiera estar ocurriéndole a Timi y rápido salieron a estudiar el lugar. Cuando pasaban bajo las grandes grúas, Paladia vio a dos chicos chinos jugando con una peonza, pensó que debía tratarse de esos gemelos Lin que Peter, el hijo de Armand, y su amigo Pitu le habían contado que eran los nuevos amigos de Timi. Así que Paladia y Gorgias se fueron hacia ellos.
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